Reseña: Sonic Generations

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Amo a Sonic, siempre lo he hecho. He disfrutado hasta sus peores momentos. Mentiría si les dijera todo el choro ignorante de la decepción de Sonic: con todo y que besa humanas, lo sigo amando, por chafa, naco y random. Esta es la reseña de Sonic Generations.

¿A quién no ha hecho sentir incómodo Sonic? Más allá de Sonic y su banda, todos, absolutamente todos los diálogos en un juego de Sonic son horribles, incómodos, tal y como si un niño de 8 años nos estuviera dictando la historia más cool que se le puede ocurrir.

Sonic es automático. No es algo preciso como los demás juegos del género. Casi todo el tiempo hay una estricta guía invisible que te lleva de la mano, al punto de, casi casi, sólo tener control de los saltos.

Así ha sido siempre, así seguirá siendo. Sonic jamás tuvo las piernas del sistema de juego de Mario. Desde el principio, Sonic quizo ser tan extremo que se olvidó de qué tanto material había para estirar sus mecánicas. Lo hizo fatal, todos lo sabemos.

Pero lo que todos deberíamos de saber es que Sonic es un personaje cuyos juegos están hechos para excitar otros sentidos más allá del tacto. Auditivamente y visualmente, Sonic siempre, siempre ha sido una razón para revisitar todos y cada unos de sus videojuegos.

Por Dios, basta con escuchar Green Hill Zone para enchinarle la piel a quien sea. La versión incluida en Sonic Generations es la mejor por mucho y además viene acompañada de PRECIOSOS visuales. Puedo hasta saborear cada textura y bump map de esas colinas repletas de palmeras cuadradas.

Cuando estaba jugando Generations, a menudo recibía replies en Twitter que me preguntaban si en verdad está bueno el juego o si acaso es el regreso de Sonic. Yo me pregunto más bien: ¿Acaso estamos tan chiqueados al punto de deshechar un juego sólo porque no responde como yo quiero? Yo digo que mándemos al diablo el estigma de querer controlar todo lo que compone a nuestros videojuegos: a veces basta con dejarse llevar.

No existe un concepto como “un buen Sonic moderno”. Sonic fue moderno, pero en los noventas. Los productos de hoy en día son tan noventeros que me hacen odiar mi PlayStation/Wii/Xbox 360 por no ser una consola de SEGA. De cualquier manera, el sentimiento al jugarlo nos da una probadita de lo que sería una consola nueva de SEGA. Llámenme ingenuo, pero si Sonic Generations fuera el único juego en una consola de SEGA sin duda lo compraría. Sería exclusiva, tendría el sabor de SEGA, el olor de sus manuales, el brillo de su caja y ese grito de “yo soy Japón y así hacemos nuestros juegos”.

Me sorprende cuando otros medios escriben cosas como “por fín lo hicieron bien”. Yo les respondo con mi más sincero: “No m*m*n, Sonic ha sido así por un largo rato. Sonic Generations es tan automático como siempre, lo único que lo hace diferente es que está más bonito que nunca y en HD”.

Ahora, Sonic Generations está compuesto de dos mecánicas distintas. Aunque ambas incluyen correr “hecho la ch*ng*d*” (y créanme que éste es el Sonic más rápido de la vida (es más, el videojuego más rápido del mundo)). Cada uno tiene una presentación distinta. La primera es “Sonic Gordito” y cuenta con una vista 2D fija. Vas de un punto A a un punto B (con chispazos de exploración), excelente para todos los amantes de los juegos retro del erizo. En la otra tenemos a “Sonic Flaco” con síndrome Tigre Toño (aunque me gustaría describirles lo que sucede, es un verdadero desmadre indescriptible a la Michael Bay).

Los dos tienen su atractivo y, lo más importante, los dos son un dulce visual que nadie debería de perderse. No hay acción más noventera disponible en tu hogar que apagar las luces, subirle al volumen y jugar Sonic Generations.

Me gusta “Sonic Gordito” porque nunca habla. Me hace odiar aún más a todos los “compas” de “Sonic Flaco”. Con odiar quiero decir “no me caen tan bien”, pues, aunque no lo crean, se me hace bien cool el cocodrilo.

De principio sólo tienes tres opciones en un precioso “Sonic Limbo”. Ahí podrás encontrar, aparte de los Stages, un museito y una tiendita de power-ups. Después de terminar cada uno de los Stages (con los dos Sonics), tendrás que jugar algunos retos para conseguir tres llaves que abren las puertas a más Stages. Esto nunca se siente forzado y el juego fluye bastante bien. A quien no le ponga la piel chinita escuchar la rola de Chemical Plant es porque está muerto por dentro.

Aunque la mecánica principal de Generations es r-jugar el mismo skin de un stage de dos maneras, jamás se siente obligado. Hay suficiente variación en cada uno para hacerlo siempre atractivo.

De cualquier manera, déjenme advertirles: los problemas que están presentes en los Sonic contemporáneos siguen presentes. Sonic se juega tan rápido que sería imposible tener el control de todo. Te caerás en miles de abismos y perderas el ritmo frenético para caer en un lugar lento y lleno de plataformas que siempre dejan un sabor de “no debería de estar aquí, debería de estar corriendo”. Pero, aún así, es un Sonic y uno de los mejores.

Aún con todo esto, debo advertir a todos que, si están buscando el mejor Sonic, esa corona aún la mantiene Sonic Colors para Wii. Sonic Generations se acerca muchísimo, pero no llega a sentirse igual de fresco que Colors.

Algo hay que tener muy claro: quizás no es que los juegos de Sonic sean malos (tal vez a ti no te gustan y no hay nada malo en eso). Dale una oportunidad a Generations —en una de esas andas en un mood noventero.

Score: 8.0

Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg