Reseña Indie: The Company of Myself – Exquisita Catarsis

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Los videojuegos son mucho más que un medio de entretenimiento, son una forma de expresión. Quien desarrolle videojuegos teniendo muy en claro este concepto estará en la vía adecuada para crear una obra de arte. En este medio, la interacción permite que el usuario viva una inmersión total en una narrativa, de una manera única y muy diferente a cualquier otra forma de entretenimiento. The company of Myself es una experiencia narrativa empedrada con cuidado para que la disfrutemos mientras la recorremos, pero lo mejor de todo: la catársis está al final del camino.

Bienvenidos a una nueva reseña Indie: The Company of Myself – Exquisita Catarsis

Al descubrir Flash, Eli Piilonen se dio cuenta que era una herramienta que le permitiría desarrollar con facilidad sus ideas creativas. También le llamó saber que podía generar dinero con anuncios en las páginas en las que publicaría sus títulos y esto lo motivó a dedicarle aun más tiempo para aprender a desarrollar videojuegos. Piilonen es sumamente versátil tanto para programar como para escribir, por eso puede hacer juegos llenos de acción como Viridice u obras con una profunda historia como You Find Yourself In A Room. En su página 2darray.net lleva su diario de desarrollo y tiene links a los juegos que ha creado. Uno de sus juegos más recientes es Spewer, que hizo en colaboración con Edmund McMillen (Super Meat Boy).

If you have a minute, I’d like to tell you a bit about myself

Piilonen ha expresado claramente la influencia de Braid en el desarrollo de The company of Myself. Esto lo podemos ver en el diseño de la narrativa así como en el enfoque para resolver los puzzles. También las mecánicas principales de su juego tienen cierto parecido a las de The Misadventures of P.B. Winterbottom (The Odd Gentlemen, 2010), pero en un contexto de juego totalmente diferente.

El fin The Company of Myself es brindar una sólida historia y todos los elementos están al servicio de este propósito. Cuando inicia el juego aparece una breve narración de un ermitaño que debido a una razón que no conocemos ya no se puede relacionar con otras personas. Durante los 20 niveles del juego estaremos obteniendo breves narraciones suyas, que poco a poco van revelando el cuadro completo de su situación. De hecho, no será sino hasta el último momento del juego, después de los créditos, cuando conoceremos el último pedazo de la historia del hermitaño y la conclusión de la historia.

Los primeros niveles sirven como tutorial para explicar los controles que siempre son coherentes con el marco que delimita la narración. Todas las acciones que hagas tendrán constantemente una explicación en la narrativa, o más bien, será la historia la que justifique tus movimientos. En cada nueva sección, el objetivo será tocar una caja verde; sin embargo, esto no será sencillo, pues la dinámica principal del juego son los acertijos.

El arte de Luka Marcetic es excelente ya que ayuda a plasmar la misteriosa narración. Sientes que estás en un mundo de ensueños del que en cualquier instante vas a despertar. La música de David Carney es emotiva y está bien compuesta. Aunque varias pistas musicales no están diseñadas para un área en específico, siempre acompañarán con gracia cualquier sección del juego.

La mecánica principal de The Company of Myself es que puedes crear clones de ti mismo para sortear los diferentes obstáculos. Ya sea un problema de distancia o altura, mediante la creación de clones cualquier impedimento físico quedará resuelto. ¿No puedes brincar tan alto? Crea una pila de clones y súbete en ellos para llegar a la caja verde. ¿Necesitas cruzar un precipicio? Haz un ejército de clones para que te sirvan como puente.

Resolver los puzzles de cada nivel es sumamente satisfactorio ya que están diseñados con la dificultad justa para que tu esfuerzo sea el necesario. Piilonen diseñó The Company of Myself de manera que no te quedes horas pensando cómo resolver una parte. Así como una buena prosa debe fluir con suavidad y elegancia, este juego hace lo propio para que te sientas de la misma manera.

Now, I only have the company of Myself

Los clones son una representación del esfuerzo que debe hacer el protagonista, porque dado que ya no se puede relacionar con nadie, ahora él debe trabajar el doble para lograr sus objetivos. Si algo quiere lograr dependerá, de él y de nadie más… está completamente solo; irónicamente, justo como uno mismo en el momento en el que se está jugando el título. Esta inteligente representación de la historia en las mecánicas del juego es solamente el principio de la genialidad de The Company of Myself.

Aunque nada más son 20 niveles, constantemente algún nuevo elemento es introducido, modificando el paradigma de los puzzles. Hay desde switches que debes activar con intervalos de tiempo precisos hasta barreras que sólo podrán atravesar tus clones. El diseño de los niveles es excelente; van ligados magistralmente a la narración de la historia y se vuelven simplemente sublimes. Cada nivel que terminas hace que progrese rápidamente la historia con nuevas sorpresas.

A la mitad del juego se presenta la novia del ermitaño, Kathryn, modificando de nuevo las mecánicas ya que ahora tienes la capacidad de controlar a dos personajes simultáneamente. Aquí la narrativa alcanza un momento de tensión que precede a un clímax totalmente inesperado. Ya no hay vuelta atrás.

…and suddenly I don´t even have a person to tell my story to anymore.

Cuando por fin estamos en los créditos de The Company of Myself, todos los elementos del juego embonan perfectamente en la historia y tenemos un momento de reflexión acerca de lo que acabamos de presenciar. La narración verdaderamente hace que te sientas parte de los hechos porque todo el tiempo estuvo dirigida hacia ti, además de que se desenvolvió debido a tus acciones. Incluso llegas a tener una sensación de responsabilidad porque has modificado el estado estático del juego, le has dado vida a la historia y el final definitivamente no es el que esperabas.

Pocas veces he visto un videojuego que en tan poco tiempo transmita una historia tan poderosa y con la gracia que lo hace The Company of Myself. Incluso se requiere que lo recorras una segunda vez para observarlo con la información completa, para recapacitar lo que verdaderamente estaba ocurriendo mientras jugabas.

La catarsis del juego es brutal, ya que es un momento de reflexión y emoción diseñado específicamente con ese fin. Si ustedes sienten lo mismo cuando jueguen The Company of Myself, felicidades, acaban de presenciar una obra de arte. No: acaban de vivir una obra de arte..

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