Reseña: Dishonored

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A lo largo de los siglos, los gobernantes siempre han enfrentado atentados contra sus vidas. Una vez en cada generación, el Imperio se ve sacudido por la muerte de una poderosa figura política o religiosa. Como tal, la ciudad/estado ha ideado a través de sus islas diversas estrategias para la protección de sus líderes.

En la ciudad Capitatal Dunwall, el nuevo emperador tiene permitido nombrar un Protector Real. Esto es mucho más que un guardaespaldas de confianza, pues es mucho más venerado que los guardias escogidos a mano que defienden la Torre Dunwall o los catadores de alimentos. El Protector Real es una figura de corte que se mantiene en constante compañía con el gobernante más importante del mundo. A la edad de doce años, el joven monarca participa en el proceso de selección y toma la decisión final sobre quién va a proteger su vida. Si bien la mayoría de los elegidos como el Proyector Real han sido hombres, varias veces en la historia, la mujer ha servido bien en el papel.

Pero, por primera vez en la historia Dunwall, un monarca ha sido asesinado por su propio guardaespaldas. En el momento de escribir estas líneas, con Dunwall en las garras de la peor plaga que se recuerde, nuestra querida Emperatriz, Jessamine Kaldwin, acaba de ser asesinada… y el responsable eres tú, Corvo Attano.

¿Soy yo o las IPs nuevas son una especie rara en este año? Sí, ya sé que tenemos a Journey o FEZ como excelentes propuestas, pero si volteamos a ver a los lados, el calendario de este año dice “Halos”, “Call of Dutys”, “FIFAs”, “Assassin’s Creeds” y más de esa enfermedad que tiene la industria llamada secuelitis. El año pasado no sabia qué hacer con tantos buenos juegos como Uncharted 3, L.A. Noire, Skyrim, Portal 2 o Skyward Sword. Este 2012 no es el caso. Me sorprende que esté acabando el año y tenga pocos juegos de los que realmente pueda hablar profundamente con mis amigos… De hecho, no me ando mordiendo las uñas por decidir cuál es mi juego del año. Si me preguntan ahorita, mi lista no pasa de cuatro juegos… Bueno, al menos era así hasta que Dishonored de Arkane Studios y Bethesda Softworks llegó a mi casa.

No lo veía venir. Vamos, tú y yo sabemos que de Bethesda no sale nada que valga la pena si no tiene el nombre “Elder Scrolls” o “Fallout” en la caja. No esperaba nada de este titulo. Es más, para mí fue una gran desilusión saber que el siguiente juego de Besthesda no era Fallout 4. Sin embargo, poco a poquito fueron llamando mi atención. Primero, con el diseño de la máscara de Corvo y, luego, con un par de videos del título. Se habían ganado mi atención, pero no mi emoción. Yo tenía la idea de comprar Dishonored unos meses después de su lanzamiento (…y un poco más barato, claro), pero, como muchos de ustedes ya saben, yo dejé de escribir en el sitio hace un par de meses. Entonces, en una llamada por teléfono para ver otras cosas, urovoros me comentó que le había llegado Dishonored. Con un porcentaje de duda, acepté jugar este título para reseñarlo. La vida es irónica: justo ese día había comprado Resident Evil 6. En el camino por el juego, googleé (¿ya es un verbo?) un poco de Dishonored, digo, para mantener la plática interesante con el buen urovorinho, pues tenía un buen rato sin escribir y menos leer noticias de juegos… Y me encontré con el oro: Arkane Studios. No es tu típico estudio de desarrollo joven. No: es más que eso. Las mentes detrás de Dishonored tienen amplia experiencia. Son hombres como el legendario Harvey Smith —una de las mentes responsables de los dos primeros Deus Ex— y Victor Antonov —el director de arte de Half Life 2—, quienes han creado la tormenta perfecta. Se trata de una mezcla entre un sistema de juego fino y una dirección de arte interesante. Huele a Half Life, pero se juega como Thief. La descripción del juego se me hacía demasiado similar al más que excelente Deus Ex: Human Revolution del año pasado, pero Dishonored tiene algo que lo distingue de todos los juegos del género de sigilo. Más adelante les explicaré qué es.

El juego está ambientado en la ficticia capital de Dunwall, una ciudad de diferentes tonos de grises, una ciudad que me recuerda bastante a Europa en los principios del siglo XVII. La arquitectura y la vestimenta son similares a ese periodo de tiempo, pero la tecnología es como historia de ciencia ficción y casi ralla con el steampunk. ¿A qué me refiero con diferentes tonos de grises? Cada misión tiene su diferente tonalidad que refleja las diferentes clases sociales de los habitantes. Puedes llegar a una parte de la ciudad que fue clausurada por la plaga y encontrarás mucho desperdicio, enfermos, cuerpos en la calle, ratas, propaganda antigobierno y personas viviendo en los edificios destruidos. En cambio, puedes asistir a una de las fiestas más glamorosas de la aristocracia y te encontrarás con comentarios elitistas y comida exótica. Dishonored tiene muy marcado las diferentes clases sociales y su opinión al respecto. Es bastante enriquecedor tomarte el tiempo para platicar con los habitantes y saber qué opinan.

Juegas como Corvo Attano, un guardaespaldas de pocas palabras, pero mucha habilidad. Me recuerda a Kevin Costner… es más, digámosle “Corvo Costner”, así como si fuéramos cuates. Él es el Protector Real de la emperatriz de Dunwall. Tras una serie de eventos desafortunados, Corvo es traicionado y literalmente deshonrado por unos usurpadores del trono. Antes de su ejecución, Corvo es rescatado por un grupo de leales a la corona, conformado por miembros del ejército, la política y, por supuesto, algunos aristócratas que confían en que Corvo no asesinó a la emperatriz y desean derrocar el gobierno conspirador.

Lo interesante de la primera misión del juego es que te muestran que Corvo tiene habilidad para asesinar, pero, en el proceso, él es visitado por un misterioso ser llamado The Outsider, que le otorga poderes que transforman la manera en la que jugamos. Aquí es donde el juego se torna interesante, á-la BioShock. La mano izquierda de Corvo puede poseer diferentes tipos de poderes como la teletransportación, la manipulación en tiempo, la habilidad de poseer animales o humanos, Fus-Ro-Dah, visión animal y muchas más habilidades. Los poderes se van “comprando” mediante Runes, que son huesos de ballena tallados poseídos por un oscuro poder que podrás encontrar en diferentes partes de Dunwall u obtener de los ciudadanos tras ayudarles en alguna tarea.

A medida que la historia transcurre, el jugador se encuentra con giros y vueltas que están basadas en sus propias decisiones… y de eso se trata el juego: Elección.

Elección. Decisiones y consecuencias. ¿Quieres asesinar a todo el mundo en tu camino o quieres entrar silenciosamente?, ¿vas a viajar en los techos o por el drenaje?, ¿ahogarás a los enemigos hasta la inconsciencia o los apuñalarás en la garganta?, ¿usarás balas o dardos?, ¿empujaras al guardia por el barranco o lo volverás ceniza? Estas decisiones cambian la historia y cambian el mundo que te rodea. En cada misión hay una forma no letal para acabar con tu blanco principal. En realidad puedes acabar el juego sin tener que matar a nadie. Obviamente, la otra cara de la moneda es asesinar brutalmente a todos en tu camino. El juego se acomoda bastante al estilo de cada jugador. Habrá cosas que no verás en tu primera jugada. Por ejemplo, tal vez decidiste matar y no esconder a los guardias correctamente, lo que causó que las ratas se comieran el cadáver y esto ocasionó que fuera marcada una muerte en tu reporte. Verán: siempre, al final de cada misión, hay un reporte que indica cuántos soldados mataste, cuántos civiles no pudiste evitar matar, si te vieron, si no te vieron, si descubrieron el cadáver… Todo lo que haces afecta a la ciudad. Mientras más cadaveres, más enfermedades, más estricta la seguridad, más soldados patrullando, etcétera. Pero, si eres como yo, un enfermo metódico que no quiere que ni le vean el pelo, te encontrarás múltiples caminos hacia tu objetivo.

Cabe mencionar que “Deshonrado” no es de mundo abierto, sino que se divide en una serie de misiones. Y, aunque la estructura es lineal, cada misión cuenta con misiones secundarias y coleccionables que ayudan a hacer a Corvo más fuerte. Ya habíamos hablado de los poderes y de los huesos de ballena tallados, pero también podrás comprar mejoras con Piero, el científico/ingeniero creador de tu máscara y que, de mera casualidad, parece ser un tributo a John Carmack (¡lo juro, es idéntico!). Con él podrás obtener mejoras para tus pistola, la ballesta, tu armadura y ópticos para tus lentes, además de que —á-la-Zelda— te ofrecerá bolsas más grandes para llevar más balas, trampas, flechas y granadas. Puedes poner tus armas o poderes favoritos en el D-Pad, así que prepárate para pasar un montón de tiempo en el menú de poderes, porque uno de los puntos fuertes de Dishonored es mezclarlos. No sabes la cantidad de locuras que tienes al alcance: puedes, por ejemplo, hacer que un enemigo te dispare, rápidamente congelar el tiempo, controlar al pobre diablo, ponerlo enfrente de su propia bala y descongelar el tiempo para que él vea cómo solito se suicidó. También puedes ver a través de paredes, percibir el campo de visión de los enemigos, ver su trayectoria. Imagina, además, controlar una rata, ponerle una granada y enviarla hacia él… ¡No la vaya a pisar accidentalmente!.. ¡Boom! Lo siento.

El juego es bastante fluido y dinámico a la hora de cada muerte, lo que es tanto brutalmente violento, como satisfactorio. En otras palabras, los asesinatos no son monótonos. Si estas detrás de un enemigo, veras a Corvo apuñalar al enemigo a través del cuello o rebanar la garganta. Si vienes corriendo desde el otro lado, va a agarrar la cara del guardia con una mano y apuñalar con la otra.

Dishonored dura lo que tú quieres que dure. Tú tienes la decisión de marchar con tu espada y pistola hacia el objetivo e ignorar todo lo de en medio. Puedes, si quieres, saltarte los detalles de esta sociedad trastornada por el poder. O, por el contrario, también tienes la elección de tomarte el tiempo para idear un plan de ataque mientras vas cumpliendo con las misiones secundarias a lo largo del camino, de jugarle al fantasma y desmantelatar el gobierno sin disparar una bala.

Siempre puedes empezar de nuevo. Mi primera pasada por el juego duró entre 13 y 15 horas y, aunque traté de cumplir con todo, de repente no puedes negar la necesidad de empujar hacia una barranca al guardia que lleva 15 minutos mirando fijamente hacia donde estás o de dispararle una flecha entre los ojos al vigilante que te sorprendió escondido. Sí, tengo ganas de acabar el juego sin matar a nadie. Muchos no lo sabrán, pero una de mis series favoritas es Hitman y siempre era el clavado en los detalles y no en las pistolas. Me sorprende que un First Person Shooter no tenga nada de shooter y que realmente sea un juego de stealth. Raramente hemos tenido juego así en la biblioteca de esta generación. ¿Será que todo mundo busca ser Micheal Bay y desarrollar el siguiente gran juego de acción?

Dishonored es aire fresco en medio del interminable ciclo de secuelas. No sólo se trata de una IP nueva, pero también cuenta con modo de juego y una configuración que es diferente a cualquier otro juego. Prepárese para meterlo a escondidas en su conversación de juego del año. Nueve.