Las últimas semanas, los videojuegos mexicanos han desbordado efervescencia; desde historias hechas para VR como DMD: Mars Mission, dándole voz a la cultura tarahumara en Mulaka, los gatitos más lindos en móviles de KleptoCats 2 y, por supuesto, una aventura noir que llega desde Puebla: Pato Box. Este título no trata de esconder su sencillez, pero a la hora de tener mucha actitud y un modo de juego que funciona, además de ser interesante, proyecta su singularidad de una manera que no habíamos visto en la región desde hace tiempo.
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