Need for Speed, ante otros juegos de conducción, se ha distinguido más por la adrenalina que destilas ante el volante en lugar de sus cualidades como simulador. Esto la ha convertido en un emblema del género, en el cual nos ha permitido enfrentar a altísimas velocidades tanto a otros pilotos como a la misma policía.
Es claro que Ghost Games, estudio responsable de este título, comprende muy bien esta identidad. Por ello, además de la altísima velocidad tiene como fundamento el manejo clandestino y callejero, ese que tantos buenos dividendos le ha dejado a franquicias como rápido y furioso. Es, al menos, la impresión que nos dejó el juego en E3. Pudimos echarnos una carrera en el booth de EA y, con base en esa experiencia en particular, te dejamos nuestras impresiones.
El mañana nunca llega
El duelo multijugador era la base del demo, e incluso la gente de EA alentaba esta competencia al establecer un torneo. Es claro que ante el desafío necesitaba cada uno el mejor auto, por lo cual tuvimos dos minutos para elegir un auto (con opciones que incluían clásicos como un Mustang o incluso un Porsche) y modificarlo a nuestro gusto. Esta transformación no sólo era estética, sino que además afectaba el rendimiento del auto.
Escoge el chasis, las llantas, entre otras piezas en específico. Era claro que la intención era lograr el rendimiento más óptimo para salir a la ciudad y buscar devorarla con todo y tus oponentes. Todo en tan sólo dos minutos.
Tan pronto terminas de escoger la configuración más óptima para la carrera, eres puesto junto a los otros jugadores en una ciudad inundada por el neón. Un mundo abierto en el cual la ruta es marcada por check points en específico, a los cuales puedes llegar a tu gusto. Algunas veces, por espacios que parecerían improbables para una carrera pero que cobran sentido con el estilo de manejo que el juego propone. El ambiente es el ideal para pisar el acelerador a fondo, aunque si no tienes cuidado puedes terminar por estrellarte (de manera espectacular, por cierto).
Domina la ciudad
El manejo resultó intenso para quien esto escribe, con la intención de ofrecer una experiencia dotada de adrenalina más que de retratar las propiedades reales de los vehículos. Colisiones que se sienten potentes e incluso son secuencias muy peculiares al momento de impactos importantes. Obviamente es muy factible que tu auto quede fuera de combate en alguna ocasión. Aunque es devuelto al camino casi de inmediato, esos segundos pueden resultar la diferencia entre ganar y perder.
La carrera termina, pero eso no es el fin de la experiencia. Con los otros jugadores presentes en el mismo espacio durante unos minutos más, puedes ir a buscar otro desafío. O bien, puedes recorrer la ciudad aprovechando la velocidad de tu vehículo para sembrar el caos y aumentar tu puntaje. Eso sí, la policía andará tras de tus pasos, en una cacería que puede tornarse violenta si los dos se topan muy de cerca a altísimas velocidades.
La velocidad pura es el principal legado de la serie y, por supuesto, queda claro que los desarrolladores tienen la intención de honrarlo. Por ello, una jugabilidad más arcade, sumada a una interesante posibilidad de personalización, se convierten en puntos a destacar. Los autos lucen muy bien, así como el territorio a conquistar con tu motor. Con estas bases sólidas, al menos desde una primera impresión, queda en manos del estudio hacer un juego divertido y atractivo. De eso dependerá su éxito al final del día.
