Aeon Flux: Erotismo y Ciencia Ficción

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atomix_toons_aeon_flux_mtv_erotismo_ciencia_ficcionPor: Mathilde Rojas

Es sencillo perderse en interpretaciones burdas o pomposas cuando nos enfrentamos a una caricatura como Aeon Flux. El avant garde que permeó parte de la década de los noventa, junto al absurdo y el espíritu de hastío y desasosiego de gran parte de esa generación, permitió a autores como Peter Chung explayarse lo necesario para que el televidente no entendiera absolutamente nada de lo que sucedía en pantalla.

Aeon Flux (Æon Flux) representa eso, la vanguardia en la estreñida lógica de la televisión para el consumidor común. Aunque muchos apelarán (el tiempo es el alimento principal de la arrogancia) a que entendían perfectamente el mensaje que Chung desarrollaba cuando sólo tenían 8 o 9 años de edad, la realidad es que ni el adulto menos obtuso y seudointelectual asimilaba bien la historia detrás de esta serie.

Aeon y Trevor o el sexo después de la tecnificación

Las relaciones entre los seres humanos se acercan a una encrucijada interesante: gran parte de los mass media argumentan que el mundo se ha vuelto un lugar más pequeño y acogedor gracias al internet. Que todos podemos mantener relaciones estables a distancia, conocer a personas de nacionalidades lejanas y expresar un amor filtrado por fibra óptica y señales de radio. La realidad es que nos hemos vuelto más huraños y autocomplacientes. La felicidad se puede simular fácilmente y el conocimiento está encerrado en millones de posibilidades que ya nadie consulta, por pereza o por falta de tiempo.

Algunos autores mencionan que antes de una crisis social devastadora, existe un optimismo exacerbado en los hombres. Gran parte de la población murió a causa de una enfermedad terminal, llámesele guerra, progreso o alguna peste del color de moda. Sólo un visionario, un moralista o un personaje totalmente violento podría rescatar lo poco que restaba de esta contradictoria especie.

aeon-fluxTrevor Goodchild es ese visionario, un profeta que intenta construir una utopía a toda costa (porque así deben edificarse todas las utopías). Pero, como suele suceder en toda renovación social, siempre debe existir una contraparte para justificar la tiranía. Aeon es una agente de Monica, una organización fantasma, cercana al anarquismo, que tiene sólo un objetivo: acabar con el proyecto de Goodchild.

Pero aquí entra el erotismo, la prudencia que hace que ambas partes no se autodestruyan porque, en primera parte, se necesitan. La alegoría es transparente: la política necesita del erotismo, necesita del acercamiento de la oposición con el centro para que todos puedan subsistir dentro de sus mentiras. Por supuesto, por tratarse de una caricatura, la ironía es el ingrediente principal.

La tensión sexual entre los protagonistas es evidente: las maquinas sustituyen sus órganos y les permiten expresar placer, dolor, tristeza y también insatisfacción. Gracias a Trevor, podremos saltarnos algunos pasos: ir a la columna vertebral para detonar cualquier deseo: un bisturí bastará para alcanzar el orgasmo y evadir nuestras incapacidades. La sociedad sigue adelante porque Aeon y Trevor no pueden hacerlo.

 

Lo tragicómico del progreso

fan-art-aeon-flux-by-evyallenLa democracia es el sistema político que ofrece más libertades para sus ciudadanos, incluso para cometer irreversibles estupideces. La sociedad necesita un guía, un lazarillo que evite la caída de una sociedad ciega y torpe. Así piensa Trevor, el tirano modelo, el salvador, cuando se desnuda frente a las cámaras y muestra todo su ser al pueblo: el exhibicionismo como nueva forma de libertad. La puerta de la ciudad siempre se mantiene abierta, sólo hay que tener el coraje suficiente para salir de ella.

Peter Chung trabajó un tiempo en Rugrats, pero la frustración por lo plano de los personajes lo llevó a concentrar todo su potencial en Aeon Flux. Asesinó en cada capítulo a su protagonista porque pensó que nunca haría el siguiente. No hay una línea temporal, sólo una historia de amor que se cuenta una y otra vez hasta que el tiempo y el espacio se destruyan.

Chung ilustró muy bien la visión paternalista que tiene el ciudadano del Estado y la tecnología, haciéndolo cobarde, pensando que no notaría la contradicción en frases como “La unión hace la fuerza”, frase que puede utilizarse a la perfección para el ganado, haciendo alusión un poco a Orwell.

Entonces ¿existe esperanza? Sí, pero debe estar fundada en la desesperanza, en el absurdo de nuestras acciones y en la política inherente en cada ademan. Un tirano es un hombre bondadoso, un tipo carismático que promete libertad dentro de sus límites, pero necesita un pueblo condescendiente.

Por supuesto, no se trata de una caricatura dirigida al público infantil, pero tampoco es claro el target concreto de la serie. Parecería más un monólogo, una fabulación alucinante de la sociedad. Fue un fenómeno efímero y para muchos pretencioso. Fue de los primeros programas que no pensó en los espectadores, simplemente disparó a quemarropa. aeon-flux-ojoLos puristas encontrarán eslabones inmediatamente, como siempre sucede, pero podemos asegurar que Aeon Flux digirió muy bien sus influencias y las desechó rápidamente: no es anime pero tampoco es una serie animada norteamericana; puede ser un retrato de la doble nacionalidad de su autor.

Con sólo 16 episodios, Chung creó un universo tétrico, donde los hombres ya no son los mismos, donde la búsqueda de un Demiurgo fortalecerá al Gobierno y acabar con un niño perdido en el tiempo es una prioridad. En esta realidad, un androide injertado de manera umbilical nos dará mejor personalidad, nos hará bondadosos. Podremos sumergirnos en las entrañas de un político y preparar una suite en sus intestinos para pasar una noche romántica con el ser amado, o simplemente perder las extremidades por buscar una falsa libertad.

Eso es Aeon Flux, la sobrecarga de significados dentro de un mundo que busca la perfección, donde sólo el amor parece razonable, aunque no por eso menos destructivo; es cuando el inicio se precipita violentamente hacia el final.

Arte cortesía

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