Los Editores – Crystal Chronicles, el viaje

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-021914Hay días en los que quisiera estar en otra parte, muy, muy lejos. Quizá es aburrimiento, quizá hastío, quizá sólo necesito ver cosas diferentes. Es como si el aire a mi alrededor me asfixiara, como si de pronto se volviera espeso. Seguro así es el miasma, concluyo.

Desde que tengo memoria, el mundo está cubierto por miasma. Por eso, es necesario emprender el viaje: para buscar una gota del agua que mantiene a nuestras aldeas vivas alejando el miasma. No todos pueden hacerlo. Allá afuera es peligroso. Es necesario saber defenderse: un poco de magia y una espada marcarán la diferencia. Partir de casa es difícil, pensar que sólo sabré de ellos por una carta, que nadie estará allí para cuidarme, para animarme, para ayudar si pasa algo terrible. Iré porque lo necesita la aldea. Iré porque quiero…

Antes era divertido jugar a viajar. Crystal Chronicles llegó a nosotros casi por accidente. Estábamos buscando un juego con horas de diversión que mi hermano no fuese capaz de devorar en un fin de semana y porque, incluso más importante, queríamos una historia para cada quien. Cada uno tuvo su personaje con las características que más le gustaban y el juego nos asignó un contexto para empezar la aventura. Él era de una familia de herreros, la mía de pescadores. Él se especializo en ataques físicos, yo tuve que esforzarme en mis lecciones de magia. Y en mis cartas mandaba manzanas a mi hermana porque, dicho sea de paso, no le gustaban los pescados. Mi hermano, en cambio, mandaba metales para su familia. Recibir noticias de casa era lindo, significaba mantener ese vínculo por medio de una carta.

El viaje es uno de los temas más recurrentes en la literatura, quizá incluso más que el amor, pues ha sido parte de la vida del hombre desde siempre (aunque en un principio fuese más cuestión de supervivencia). Éste implica un reconocimiento del otro, ya fuera marcando el exotismo o las similitudes con la cultura propia. Viajar es conocer otros lugares y gente distinta, una manera diferente de pensar; también es un pretexto para cumplir un reto, para tocar lo desconocido.

Cada día es una aventura que marca tu destino y el de la caravana.

En Crystal Chronicles empezaba cuando elegías una clase y luego tu travesía. Y es que no sólo se trataba de derrotar los monstruos y poder llegar al gran árbol, también los caminos eran parte de la historia: encontrar una caravana que fue asaltada, ayudarla o no, unirte al paseo con otros. Mientras decidir qué contestar en tus cartas y qué mandar a casa eran pasos de otro viaje, un viaje al interior pues se trataba de vivir: cada experiencia enriquecía a tu personaje, le daba alma y una memoria. Era tan importante el crecimiento de tu personaje que contra el jefe final mantenías un encuentro físico, pero también uno de memorias.

Si bien Crystal Chronicles retoma en el principio de su historia parte de la morfología de los cuentos clásicos (Vladimir Proop) y del camino del héroe (Campbell), como partir de casa y restaurar el orden, en este caso de la aldea, el viaje de la caravana no era un único trayecto de ida y vuelta. Pronto aprendías a cruzar las fronteras en búsqueda del agua de la vida con los distintos elementos, cada vez el miasma era menos aterrador. Cada año regresabas a casa para entregar el valioso cáliz, pero también para festejar que todo salió bien. Una fogata, los vecinos, baile, tu familia y la lectura de tu diario.

Este juego te mostraba la evolución y aprendizaje de un héroe, un viaje donde somos testigos (y hasta dueños) de la transición hacia la madurez, en un camino donde tu personaje aprendía a conocerse, a decidir y a vivir.

 Este Final Fantasy era una reflexión sobre la vida misma:sobre viajar, ayudar a los demás, hacerse mejor, regresar a casa, equivocarse y saber que siempre podías seguir adelante.

Si algo se aseguró de no salir de mi memoria, definitivamente fue el soundtrack compuesto por Kumi Tanioka. Tenía el poder de plasmar el desierto, mi aldea, la misteriosa casa de un rey,  los caminos entre una región y otra, las asfixiantes fronteras. La música podía inspirar la tranquilidad de un bosque o la angustia de sentir que olvidaste algo importante. Cada canción cuenta historias y te sumerge en ellas.

Cada vez que deseo comenzar un mejor día, “Kaze no ne”/ “Morning Sky” es el tema perfecto. Cuando quiero verme en otra parte, inspirarme para la tarea (y hasta para una columna), basta con poner play al soundtrack. Parto lejos, muy lejos del miasma de lo cotidiano, e imagino una historia nueva.

Fuente de video: gamemusicStar

Staff Atomix
Equipo de editores de Atomix.vg